Acción unida frente a la opresión nazi
Cuando el gobierno de la Alemania nazi inició una campaña para detener la actividad de los testigos de Jehová en ese país, se hicieron repetidos esfuerzos para lograr una audiencia con las autoridades alemanas. Pero no se consiguió remediar la situación. Para el verano de 1933 la obra estaba proscrita en la mayor parte de los estados alemanes. Por lo tanto, el 25 de junio de 1933 en una asamblea en Berlín los testigos de Jehová adoptaron una resolución en cuanto a su ministerio y los objetivos de este. Se envió un ejemplar impreso a todos los altos funcionarios del gobierno y se repartieron millones más entre el público. No obstante, en julio de 1933 los tribunales rehusaron conceder una audiencia para obtener remedio judicial. A principios del año siguiente, J. F. Rutherford escribió una carta personal a Adolf Hitler tocante a la situación y se la envió por medio de un mensajero especial. Luego, toda la hermandad mundial entró en acción.
El domingo 7 de octubre de 1934, a las nueve de la mañana, se reunieron todos los grupos de Testigos de Alemania. Después de orar por la bendición y la guía de Jehová, cada grupo envió a los funcionarios del gobierno alemán una carta en la que expresaban su firme resolución de seguir sirviendo a Jehová. Antes de marcharse, examinaron juntos las palabras de su Señor, Jesucristo, que aparecen en
Mateo 10:16-24. Luego salieron para dar testimonio a sus vecinos acerca de Jehová y su Reino bajo Cristo.
Ese mismo día, los testigos de Jehová de todo el mundo se reunieron y, tras orar unidamente a Jehová, enviaron el siguiente cablegrama de advertencia al gobierno de Hitler: “El maltrato a los testigos de Jehová por parte de usted escandaliza a toda la gente buena de la Tierra y deshonra el nombre de Dios. Absténgase de perseguir más a los testigos de Jehová; de otro modo Dios lo destruirá a usted y a su partido nacional”. Pero el asunto no terminó ahí.
La Gestapo intensificó sus esfuerzos por aplastar la actividad de los testigos de Jehová. Después de los arrestos masivos ocurridos en 1936, pensaron que tal vez lo habían conseguido. Pero luego, el 12 de diciembre de 1936, en una acción relámpago, unos 3.450 Testigos que todavía estaban libres en Alemania repartieron por todo el país una resolución en la que explicaban claramente el propósito de Jehová y manifestaban su determinación de obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres. Los opositores no entendían cómo pudo haberse efectuado aquella distribución. Unos cuantos meses más tarde, ante el menosprecio de la Gestapo por las acusaciones contenidas en la resolución, los testigos de Jehová prepararon una carta abierta en la que nombraban sin reparos a los funcionarios nazis que habían abusado cruelmente de ellos. La carta se distribuyó ampliamente en Alemania en 1937. Así se pusieron al descubierto las acciones de hombres perversos, y todos se enteraron de ellas. Aquello permitió, además, que el público decidiera qué proceder adoptaría con respecto a estos siervos del Dios Altísimo. (Compárese con
Mateo 25:31-46.)