Carta de amor de Victor Hugo a Juliette Drouet...
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Juliette:
"Te amo, mi pobre angelito, bien lo sabes y sin embargo quieres que te lo escriba…tienes razón, hay que amarse y luego hay que decírselo, y luego hay que escribírselo, y luego hay que besarse en los labios, en los ojos en todas partes. Tú eres mi adorada Juliette.
Cuando estoy triste pienso en ti, como en invierno se piensa en el sol y cuando estoy alegre pienso en ti como a pleno sol se piensa en la sombra.
Bien puedes ver Juliette que te quiero con toda mi alma, tienes el aire juvenil de un niño, y el aire sabio de una madre, y así yo os envuelvo con todos estos amores a un tiempo..
Besadme, bella Juju!"
Víctor Hugo
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Carta de amor de Lord Byron a Teresa Guiccioli...
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Amor Mío- No hablemos más por ahora de este asunto. Basta que tú no dudes de mí, al ver de cuánto sería yo capaz por ti. Sea como sea y en cualquier circunstancia, tu felicidad será mi único pensamiento. Si llega el momento de los problemas y de los afanes por causa de nuestro amor, entonces tú decidirás según tus sentimientos. Yo no trataré de persuadirte, o de influir en tu elección Mis <<deberes>>, queridísima Teresa, son siempre los mismos -y me parece que demuestro toda la diligencia posible en cumplirlos. Todo depende de ti: mi vida, mi honor, mi amor -ámame, pues lo que siento por ti merece ser correspondido: sufro tanto cuando amo que en los últimos tres años he procurado evitar las pasiones fuertes. Pero ha sido en vano, como ahora ves. Enamorarme de ti ha sido para mí cruzar el Rubicón y ha decidido mi destino. No dejaré de cumplir todo lo que tú dices. Te beso 1000.000 veces,
B.
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Carta de amor de Beethoven...
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Carta de amor de Beethoven a Antonie Brentano...
Fragmento:
"...Sólo puedo pensar en ti mi amor inmortal, sólo puedo vivir del todo contigo o de ningún modo.
Tranquila, mi vida, mi amor, sólo pensando en nuestra existencia conseguiremos nuestro objetivo que es vivir juntos.
Sigue oh amándome, nunca juzgues mal el corazón de tu fiel enamorado.
Siempre tuyo,
Siempre mía,
Siempres nuestros."
La carta la escribía L.V. Beethoven a Antonie Brentano, su “amada inmortal”.
Tenía ella 10 años menos que él. A la muerte de su madre fue internada en el convento de ursulinas en Pessbuck donde fue educada con rigor. De regreso a Viena su padre acordó un matrimonio con Franz Brentano, un próspero comerciante quince años mayor que ella y al que conoció el día de su boda.
En mayo de 1810 acompañó a su prima Bettina Brentano a visitar al Beethooven. Su amistad surgió de inmediato y pronto Beethoven visitaba la casa de los Brentano con frecuencia. Beethoven le dedicó varias de sus obras a ella. Sobre las visitas del maestro ella escribió: “Se sentaba sobre el pianoforte en la recámara, sin decir palabra, e improvisaba, después de que con su música había acabado de decirlo todo y confortarle, se marchaba como había venido sin prestar atención sobre ninguna persona”. No se sabe aún qué fue lo que sucedió con esta carta puesto que el escrito apareció entre los documentos de Beethoven después de muerto ¿la envió?. Eso es un misterio.
Carta completa...
Buenos días, 7 de julio.
Aunque aún estoy acostado, mis pensamientos van hacia ti mi Amada inmortal, a veces alegres y otras esperando saber si el destino nos oirá o no. Puedo vivir totalmente solo contigo, o no viviré. Sí, estoy decidido a vagar tanto tiempo lejos de ti hasta que pueda volar a tus brazos y decir que me siento realmente sereno contigo. Sí, infortunadamente así ha de ser.
Tú debes dominarte tanto más cuanto que conoces la fidelidad que te profeso. Nadie puede poseer jamás mi corazón, nunca, nunca. ¡Oh, Dios mío, por qué uno tiene que separarse del ser Y sin embargo, mi vida en Viena es ahora muy desgraciada.
Antonie von Birkenstock era vienesa, diez años más joven que él.
Se había casado a los dieciocho años con el comerciante Franz Brentano, quince mayor que ella. Tuvieron un hijo pero murió al año de edad. Le siguieron cuatro hijos. Según Solomon era un matrimonio infeliz, pero la correspondencia muestra que él siempre fue especialmente atento con su mujer. Curiosamente les presenta la cuñada de Antoine, Bettina Brentano, con quien se cree que Beethoven mantenía un romance. Los Brentano estuvieron dos años en Viena, pues ella evitó en lo posible la vuelta a Frankfurt.
Cuando Antonie estaba enferma, Beethoven tocaba el piano para ella y así empezó todo. El poder de la música y la amistad durante la enfermedad.
En 1812, Antoine abandona Viena y Beethoven escribe las tres famosas cartas de amor.
Pero ella no le correspondió.
“No quiero abandonar a mi marido que siempre ha sido tan afectuoso conmigo.”
Ante una respuesta así quien puede resistirse a un amor eterno. Antonie Brentano murió en 1869, con ochenta y nueve años.
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Otras dos cartas de amor de Beethoven...
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Carta completa de L. V. Beethoven a Antonie Brentano...
“6 de julio por la mañana.
«Mi ángel, mi todo, mi ser mismo. Hoy sólo unas palabras y escribo con lápiz [el tuyo].
Sólo mañana determinaré definitivamente mi alojamiento, qué inútil pérdida de tiempo. Por qué este dolor tan profundo cuando se impone la necesidad, acaso nuestro amor puede perdurar como no sea a través del sacrificio, de modo que cada uno no lo exija del otro; acaso puedes modificar el hecho de que no eres totalmente mía, y yo no soy totalmente tuyo.
¡Oh, Dios mío, contempla las bellezas de la naturaleza y reconforta tu corazón con lo que debe ser! El amor lo exige todo y es muy justo que así sea, esa es mi actitud hacia ti y la tuya hacia mi. Pero tú olvidas muy fácilmente que debo vivir para mí y para ti; si estuviéramos totalmente unidos sentirías el dolor tan poco como yo.
Mi viaje fue terrible; llegué aquí a las cuatro de la mañana de ayer. Como no tenía caballos, el cocero eligió otra ruta, pero qué espantosa; en la penúltima posta me advirtieron que no viajase de noche. Intentaron atemorizarme con la perspectiva del bosque, pero eso acentuó todavía más mi ansiedad, y me equivoqué.
Y en efecto, la diligencia se atascó en el maldito camino, un camino que era un océano de lodo. Si no hubiese contado con estos postillones no habría podido salir de ahí. Esterházy, que viajaba por el camino normal, corrió la misma suerte que yo, pese que tenía ocho caballos en lugar de cuatro.
De todos modos, el episodio me agradó un tanto, como es siempre el caso cuando supero con éxito las dificultades. Y ahora pasemos rápidamente de las cosas exteriores a las interiores.
Seguramente nos veremos pronto; más aún, hoy no puedo compartir contigo los pensamientos que tuve los últimos días en relación con mi propia vida. Si nuestros corazones estuviesen siempre unidos, no concebiría tales pensamientos. Mi corazón desborda con tantas cosas que necesito decirte.
¡Ah! Hay momentos en que siento que el lenguaje de nada sirve. Anímate, continúa siendo mi auténtico y único tesoro, mi todo, como yo lo soy tuyo. Los dioses deben deparamos lo que merecemos.
Tu fiel Ludwig
Lunes 6 de julio, por la noche.
Estás sufriendo, mi amadísima criatura —sólo ahora supe que es necesario despachar las cartas muy temprano la mañana de los lunes y los jueves, los únicos días que la diligencia del correo sale de aquí para K.—
Estás sufriendo. ¡Ah, dondequiera estoy estás conmigo! Arreglaré contigo y conmigo que yo pueda vivir a tu lado. ¡ ¡ ¡Qué vida! !!! ¡ ¡ ¡Así!!! Sin ti, perseguido por la bondad de la humanidad aquí y allá, algo que tan poco deseo merecer como merezco.
La humildad del hombre hacia el hombre me agobia y cuando considero mi propia persona en relación con el universo, lo que soy y lo que es El, el mismo al que llamamos el más grande, y todavía, aquí está lo divino del hombre, lloro cuando pienso que probablemente no recibirás hasta el sábado la primera noticia de mí.
Tanto como me amas te amo. Buenas noches. Como estoy tomando los baños debo ir a acostarme. ¡Oh, Dios mío! ¡Tan cerca! ¡Tan lejos! ¿Acaso nuestro amor no es de veras una estructura celestial, y también tan firme como la bóveda del cielo?
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