¿Existe el Azar?
“Un joven jardinero persa dice a su príncipe:
-¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Damasco.
El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:
-Esta mañana ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?
-No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Damasco esta mañana donde debo tomarlo esta noche”. (Jean Cocteau)
Siempre me ha gustado viajar. Cuando he tenido oportunidad, he cogido mi coche y he ido a ver sitios desconocidos.
Una vez regresando a casa, y estando bastante lejos de ella, había en la carretera una bifurcación. Ambas carreteras terminaban en mi destino, pero pasaban por distintos lugares. Me era conocida la de la izquierda; la de la derecha, no. Por conocer más paisajes, tomé la de la derecha; la que me era desconocida. A los pocos kilómetros surgió una incidencia: Una pesadilla despierto.
Maldije varias veces el no haber tomado la carretera de la izquierda.
Después, y pasados los años, he comprobado que en el curso de la vida se producen bifurcaciones. Situaciones importantes en las que hemos tenido que tomar una determinación.
Conozco los resultados de las opciones que he tomado; pero desconozco los resultados de las que dejé de tomar.
Pensando en lo del viaje de la incidencia, he llegado a hacerme esta suposición: Si hubiera tenido un reloj que hiciera retroceder el tiempo hasta el momento en que me encontraba ante la bifurcación, la historia se hubiera repetido. No una; tantas veces como lo intentara.
Me he hecho esta pregunta ¿Y si en la carretera de la izquierda se encontraba la muerte y no había llegado mi hora?
El pasajero que llega tarde a un avión y lo pierde, maldice su suerte. El pasajero que ocupa el asiento del otro, bendice la suya. ¿Y si el avión se estrella?
Ahora pienso que el azar no existe. Sólo es una palabra.
Creo que el devenir de la vida está regido por leyes invisibles y ocultas a los hombres. Hagamos lo que hagamos, siempre terminaremos en… Damasco.
Nuestra vida discurre por el camino marcado por nuestras circunstancias.