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Etic
[Pseudoveltíosis natanatórica, comentario 13]
Este punto de vista materialista adolece de una visión muy limitada de la realidad, una realidad que desborda con creces toda la imaginación científica y tecnológica que el ser humano pudiera expresar. Para empezar, la sagrada escritura deja entrever que nuestro universo material, parte del cual se denomina en astronomía “universo detectable u observable”, da la impresión de ser una ínfima parte de un suprauniverso al que no tenemos apenas acceso por medio de nuestras herramientas teóricas (salvo, tal vez, a través de ciertos indicios extremadamente rudimentarios que tienen que ver con las llamadas “partículas virtuales” postuladas por la teoría cuántica de campos y poco más) ni instrumentales. Es el Gran Universo, es decir, una vastísima extensión con distintos dominios, en uno de los cuales habitan el Todopoderoso y toda una ingente cohorte de seres sobrehumanos de elevadísima capacidad mental que la sagrada escritura denomina “ángeles” o “hijos del Dios verdadero”. Pudiéramos hacernos una idea sumamente burda de esta realidad comparando al Suprauniverso con un medio, tal como una enorme masa de agua, por ejemplo, en cuyo seno, a nivel local o puntual, ha sido creada o formada una pequeña perturbación a modo de cubito de hielo o algo parecido, y este pequeño cubículo sería aproximadamente nuestro universo material.