Cita:
El otro día estuve hablando con un familiar sobre el Caudillo, Francisco Franco. Como regla general, lo que digo sobre el legado de este ejemplar líder católico no suele gustar.
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Aún no he conocido a una sola persona española de la tercera edad que hable mal de Franco, si no es descaradamente comunista o atea.
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En realidad, el derecho a la libertad de expresión es un falso derecho y los católicos que lo defienden se posicionan en contra del Magisterio de la Iglesia...
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Dentro de poco veremos muy posiblemente a un obispo en la cárcel en España, precisamente por ir en contra del lobby homosexualista. El candidato con más papeletas para este honor es sin duda Monseñor Reig Plá, obispo de Alcalá de Henares. ¡Que me reserven una celda al lado suyo! Este hombre hace lo que deberían hacer todos los obispos del mundo: denunciar incansablemente el mal en el mundo y advertir a los fieles de los peligros que acechan.
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Está permitido blasfemar contra Jesucristo, Su Santísima Madre, todos los santos y la Iglesia, pero si alguien osa cuestionar ciertos datos históricos relativos a nuestros “hermanos mayores en la fe”, se encontrará pronto en la cárcel.
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Franco ejerció la censura para combatir el error y el vicio. Ahora se ejerce para combatir la Verdad y el bien. Elija usted qué tipo de censura prefiere. Y si dice que no quiere censura de ningún tipo es usted un necio. De la misma manera que ningún padre permite que sus hijos se expongan a cualquier porquería en la televisión, los gobernantes tienen la obligación de proteger la moral pública con una censura sensata, y eliminar mensajes que dañan las almas de los ciudadanos.
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