el lenguaje que se emplea no respalda de que el espíritu santo sea una persona
La Biblia dice que cuando María, la madre de Jesús, fue a
visitar a su prima Elisabet (o Isabel), que estaba
embarazada, la criatura saltó en su vientre “y Elisabet
se llenó de espíritu santo” (Lucas 1:41).
¿Te parece lógico afirmar que una persona “se llenó” de otra?
Al relatar el bautismo de Jesús, las Escrituras muestran
a Dios en “los cielos” y al espíritu santo procediendo a
“descender como paloma” sobre el Hijo (Mateo 3:16, 17).
Cuando Juan el Bautista reveló a sus discípulos
que Jesús lo iba a reemplazar, dijo:
“Yo, por mi parte, los bautizo con agua
pero el que viene después de mí es más fuerte que yo,
y no soy digno de quitarle las sandalias.
Ese los bautizará con espíritu santo” (Mateo 3:11).
Como Juan indicó que Jesús bautizaría a algunos con espíritu santo,
es obvio que dicho espíritu no podía ser una persona.
Durante la visita que hizo a un oficial del ejército romano
y su familia, el apóstol Pedro mencionó que Dios
había ungido a Jesús “con espíritu santo y poder” (Hechos 10:38).
Al rato, “el espíritu santo cayó sobre” los miembros de la casa
de este oficial. El relato agrega que muchos se asombraron
“porque la dádiva gratuita del espíritu santo también
estaba siendo derramada sobre gente de las naciones” (Hechos 10:44, 45). Nuevamente, el lenguaje que se emplea
no respalda la idea de que el espíritu santo sea una persona.