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KIMO
Jeremias 7:21-26 ”Esto es lo que dice Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel: ‘Adelante, añadan sus ofrendas quemadas a sus demás sacrificios, y cómanse ustedes mismos la carne. 22 Porque el día en que saqué a sus antepasados de la tierra de Egipto no*les dije ni les ordené nada sobre las ofrendas quemadas ni los sacrificios. 23 Pero sí les ordené lo siguiente: “Obedezcan mi voz, y yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo. Tienen que andar siempre por el camino que yo les mande, para que les vaya bien”’. 24 Pero ellos no*hicieron caso ni prestaron atención, sino que siguieron sus propios planes y con terquedad se dejaron llevar por su corazón malo. Fueron para atrás, y no*para adelante, 25 desde el día en que los antepasados de ustedes salieron de la tierra de Egipto hasta hoy. Por eso estuve enviándoles a ustedes todos mis siervos los profetas; se los enviaba día tras día, vez tras vez. 26 Pero se negaron a escucharme y no*prestaron atención, sino que fueron tercos. ¡Se portaron peor que sus antepasados!
Cuando Jehová rescató a su pueblo escogido de una opresión mortífera en el antiguo Egipto, no*puso en primer lugar, como de primera importancia, el que le ofrecieran sacrificios animales: “Pero esta palabra sí les expresé en mandato a ellos, diciendo: ‘Obedezcan mi voz, y ciertamente llegaré a ser su Dios, y ustedes mismos llegarán a ser mi pueblo; y tienen que andar en todo el camino que yo les mande, a fin de que les vaya bien.’” (Jer. 7:22,*23; 1*Sam. 15:22) De modo que si Jehová no*exigió sacrificios animales de su pueblo escogido, mucho menos pediría de ellos sacrificios humanos. La idea de hacer sacrificios humanos, como los que se ofrecían a Baal o Moloc, ni*siquiera había “subido a [su] corazón.”—Jer. 7:31.