Yo no estoy hablando en contra de la Palabra de Dios, sino todo lo contrario, la estoy defendiendo, pues digo que los mandatos que Jesucristo enseñó cuando predicó el Evangelio son los verdaderos mandamientos de Dios, pues Dios no había mandado los mandatos del Antiguo Testamento que ordenaban a los hombres sacrificios, esclavitud, penas de muerte, guerras y masacres de pueblos enteros.