Cita:
Dos chocolates en el refrigerador.
Algún otro día había despertado como a las 11:00 a.m. me levanté de la cama, me tomé un duchazo y me preparé algo de desayunar, ese día no salí, y me quedé viendo la televisión por cable, acto seguido después de ver por 2 horas la televisión, me fui a mi recamara a dormir, me desperté como a las 4 de la tarde, y ya tenía hambre abrí el refrigerador y estaba algo vacío y al fondo del que pude ver 2 chocolates un chocolate Crunch y un Milky Way, los tomé con tanta hambre y ansiedad y me los comí, así fue como sacié mi monstruosa hambre. Por un momento me asusté porque esos chocolates, no recuerdo haberlos visto y cuando me pongo a pensar en esos chocolates, vuelvo a mi cabeza a recordar esos chocolates y he llegado a sentir que alguien los puso, ¿pero ¿Quién había sido? Mi hermano no lo creo que los haya comprado, puesto que el no acostumbraba a comprar golosinas. Doy giros en mi cabeza, y por más que pienso quedó en la misma conclusión en que alguien puso esos dos chocolates en el refrigerador (pienso que el hombre que había estado en el techo; o sea el hombre que se encontraba en la azotea se había metido a la casa y metió esos dos chocolates al refrigerador.
Un italiano en playa
Y de aquello que no he contado en las anteriores líneas es...que yo conocí a un italiano que vendía tours. A él le conocí un día en que paseaba por la Sesenta, y él me habló y me dijo que me ofrecía un tour (me dijo que se llamaba Franco); yo animosa escuchaba lo que me ofrecía del tour para ir a visitar Celestún, así que él me pregunto mi nombre y yo le dije mi nombre. Desde esa ocasión nos conocimos y cada que podía le iba a visitar a su stand donde promocionaba los tours sobre la misma Sesenta, (él me había agradado físicamente, no sé si era su acento o si eran sus ojos de color verde que me llamaban la atención).
Recuerdo que su stand estaba cerca de un pequeño lago donde había un spa para los pies, en ese local habían peceras grandes con pequeños peces que se alimentaban de las células muertas de los pies de los clientes que acudían a ese lugar, yo me adentré a ver el lago y me agradó, hasta me tomé fotos allí (ese lago era como una especie de cenote artificial, era pequeño, pero yo veía que si le daban mantenimiento al lugar). Cada vez que iba a visitar a Franco el italiano, recuerdo que pasaba al pequeño lago a refugiarme o a tranquilizarme. (Y es que creo que lo que me beneficiaba era la tranquilidad del mar, la arena, el clima me favoreció, dejé de tener barros en la cara, y dejé de tener la neuro dermatitis que tenía en la piel.)
De las veces que iba Franco estaba desocupado y podía atenderme para platicar. Hasta que un día me invitó a su departamento y yo le dije que, si iría a verlo, así que el me anotó su dirección en un papel, y ya por las 8 de la noche asistí a su domicilio. Recuerdo que me había puesto como 5 calzones (puesto que así yo me sentía protegida, era la manera en que me sellaba para no soltarle la vagina porque sí, pues no quería sexo con él).
Ya llegando a su departamento en taxi; me percaté que estaba un poco alejado de la Sesenta avenida, como a eso de 30 minutos aproximadamente, por lo que yo me asusté un poco por la distancia, así que llegué al departamento y él sólo tenía su bermuda y sus sandalias, así sin más él exhibiendo su panza estaba contento de que yo llegase al lugar, (a él le parecía que tendríamos sexo), pago el taxi y me condujo hacia la puerta de su departamento, me preguntó que si había cenado, yo le dije que no, entonces él comenzó a cocinar una salchicha, y esa salchicha me la preparó con cátsup. Así que, aprovechando, estando en su cocina, tomé una jarra pequeñísima de plata que me llamo mucho la atención y le dije a Franco que me tomará una foto con mi celular, él me tomó la foto con esa pequeñísima jarra plateada de metal (que según él me dijo que en Italia preparaban con esa jarra pequeña el café). Así que, aprovechando, estando en su cocina, tomé una jarra pequeñísima de plata que me llamo mucho la atención y le dije a Franco que me tomará una foto con mi celular, él me tomó la foto con esa pequeñísima jarra plateada de metal (que según él me dijo que en Italia preparaban con esa jarra pequeña el café). Y después de que comí, él me condujo hacia su cama, yo me senté sobre su cama, (él quería que me desnudará al compás de su música sensual), y él puso música suave y agradable, me dijo sin tapujos es música para tener sexo.
Yo pensé entre mí, yo no quiero, quien sabe con tantas mujeres ha estado ese italiano y no quiero averiguarlo, que mejor, le digo de una vez de que no quiero tener sexo con él. Entonces me quité la playera escotada de color blanca que llevaba, la falda de mezclilla y las sandalias, él me podía ver el brasier y los calzones, entonces me acosté en la cama boca abajo y él se colocó sobre mí y se frotó sobre mi trasero.
Yo no me quité el brasier ni los calzones porque no quería tener sexo con él, (temía el contagio de una enfermedad sexual). Disfruté de esa acción sexual sin penetración (como se le llama por encimita). Entonces, le pregunté que, si podíamos ser novios y él me dijo que no, porque no quiere tener alguna relación por el momento. Yo le replique que como era posible eso, entonces me moleste y le dije que pidiera un taxi para que me llevará a la casa de mi hermano Robin. Recuerdo que su buro tenía 2 cajones y abrió uno de sus cajones y pude ver que tenía bastantes billetes, pero que eran de distintas nacionalidades y de distintas nominaciones, (me asombré de ver su guardadito). Entonces fuimos a una Oxxo para cambiar el billete en dólar, y le dieron su cambio con billetes mexicanos. Mas o menos me dio como $200.00 pesos para que yo pudiera pagar el taxi. Y de ahí en fuera esa fue la última vez que vi a Franco...