Campeonsitos (de la trampa)

Las ligas deportivas infantiles en México, estoy seguro de ello por los botones de muestra que he visto, son el espejo de la corrupción que aqueja a todo el mundo de “los mayores”.
Actas de nacimiento alteradas o “prestadas” por el hermano, primo, vecino, etc. Identificaciones semi oficiales con fotos de quien no es realmente el titular de tal documento; por citar las formas más comunes de consumar el “cachirul”.
Así que ya sumamos dos razones para el fracaso deportivo de “los deportistas del mañana”: una lo acaparado y caro del deporte infantil. La otra el desaliento fatal de los niños, al ponérseles a competir contra equipos plagados de cachirules.
¿Y dónde estan los que deben ver porque al menos en esto haya justicia?. Seguramente andarán en Santo Domingo (zona céntrica del D.F. donde se consiguen documentos oficiales falsos), mandando a hacer actas de nacimiento apócrifas para sus hijos.
No bastó la sanción de la F.I.F.A. al futbol mexicano, hace ya varios años, por causa de sus cachirules en selecciones juveniles. Digo que no bastó para suprimir la corrupción deportiva, en nivel alguno; acaso serviría para ocultar mejor tal desvergüenza en el futuro. Para sofisticar los medios de corrupción.
El asunto es que hoy y aquí (lo escribí en México, D.F. en enero de 2009) las cosas son así: con corrupción e ilegalidad en casi todo. En el deporte infantil, en las calles, en la sociedad en general. Y que la gente solo dice “sí, tienes razón”; y sonríe y se da la vuelta a seguir con sus cosas. Haciendo a uno sentirse solo en lo que denuncia.
Pero habemos gente aún que ya sabe sortear, burlar, birlar, torear a la soledad y al desaliento. O por lo menos una parte de uno lo hace: la mejor. Y como en otra ocasión decía, no soy un agitador. Solo denuncio lo que oculta a la verdad. Sólo enuncio las cosas tal como son, más allá de la publicidad comprada, más allá de la demagogia política de nuestros gobernantes. Más allá del mercantilismo neoliberal de nuestra sociedad y de nuestra economía.
Quizá sea un solitario porque no acepto delito alguno; y todos sabemos que cada uno de nosotros tenemos algo de delincuentes.- es casi imposible que una vida pase, sin que esa vida dañe a otra de algún modo. Por lo menos yo lo sé. Sé que a nadie le gusta que se evidencíe su parte de culpa. Por eso se rechaza y aisla a quien denuncia.
Pero eso es mi escencia, la escencia de esta parte de mí. Por eso es privada, anónima, tenáz, porfiada dicen por ahí. Y también por eso creo que es libre y veráz, porque no se debe a nadie.
Volviedo al tema. La mayoría de las ligas deportivas infantiles tienen abundancia de cachirules; la mayoría también con el conocimiento y aval de los “directores tecnicos” o “choachs” de los equipos; y también de los administradores de la respectiva liga.
Y las autoridades (otra vez ellas, ¿qué casualidad no?) hacen ejercicio del pecado de omisión. Es decir, no revisan papeles, no auditan ligas ni mueven un solo dedo a favor del deporte noble de los niños.
Patética gente de mi país, igual a esa que Benedetti denunció en su tiempo, en poemas como “¿de que se ríe?”. En tanto la gente como yo, sí puede contestar que se ríe “amargamente” por cosas, como por ejemplo lo redactado en este texto.