-
Poemas De Urbe Iv
Poemas de urbe IV
Los tabelones hartos de aquellos comensales con nalgas
desbordadas de sus asientos se hacia escenario de polemicas
opiniones, los insultos a los infantes de calles y la poca
habilidad del regimen para acabar con aquellas plagas minusculas
era de patetismo festivo, nadie sabia lo que habia ocurrido pero
todos sabian que se trataba de un pilluelo de esos que pupulan
los boulevares de la ciudad con su oda pedigueña y lisonjera ,
la fortuna de la victoria estuvo del flanco de aquel desposeido
ahora rico en sus manos con la suculenta recompensa de la
carne dejada, las querellas y diretes de los famosos boulevares
de las artes y la disque cultura se hacian distantes en las
estancias verduscas y frondosas del parque, la calma de las
sombras movedisas acariciaba el cesped recien bañado, aves de la
nocturnal cruzaban veloces los aires de rama a rama, la ventisca
tenue entonaba sones y acordes en los arbustos espigados a la
altura, robles antiguos se confundian con algunos nueceros
albaceas de nidos y otras especies, como una sombra mas, parte
de aquel espectaculo quieto , la silueta dibujada entre oscurantias
de un niño se plasmaba jadeante en la banqueta iluminada de
farol conservador, antes de engullir su preciado trofeo , las feroces
manos de alguien como el , le arrebataron cual empresario comun la
carne ganada, sin lides de heroe o martir , corrio de nuevo
cuesta abajo, donde los nueceros le darian cobijo y camuflaje de
aquellos tambien herederos de las calles , hambrientos de todo
cuanto pudiesen devorar, sus lagrimas hicieron acto de presencia
sin mayor monta, se deshizo bajo la manta sombreada de un
majestuoso nuesero , mientras en sus pensamientos trataba de
hilvanar alguna querella o alquimista salida a su fastidiosa
hambre,la fabulosa pata de pollo era solo un recuerdo hambruno como
muchos, de las aguas de la fontana cercana bebio cuanto pudo
dejandoce caer en la sombreada huella de si mismo, el sopor de
sueño hizo presa facil de el , vio como su espada magica
finiquitaba la lid con aquel fulgurante dragon, sus ojos se
nublaron quizas por el hambre vieja, despertando de aquella
aventura tomo del cesped la nuez caida y en sonrisa sublime
agradecio a don roble el darle aquella espada para acabar con
la pedorata draconiana del hambre vieja.
Del libroy obra, meditacciones poetmicas de jesus super star
